Una investigación reciente concluye que las abuelas pueden estar más conectadas emocionalmente con sus nietos que con sus propios hijos. Algo que probablemente está relacionado con la «hipótesis de la abuela», que trata de explicar el papel de la menopausia en la especie humana.
Y es que es un fenómeno que ocurre exclusivamente en los humanos, en el resto de los mamíferos no hay nada parecido. Lo que ocurre en la mayoría de los casos es que las hembras animales que ya no se pueden reproducir mueren en un plazo de tiempo muy breve, es decir su ciclo biológico se corresponde con el reproductivo.
Sin embargo en el caso de las mujeres, el cese de la menstruación supone simplemente el final de la etapa fértil. La antropóloga Fristen Hawkes a finales de los noventa descubrió el papel de las abuelas en la evolución humana. Tal y cómo recoge la web envejecer activos,» En realidad, el mejor modo de perpetuar los genes es a través del apoyo a las hijas. Su ayuda es esencial en la crianza de los nietos. Gracias a las abuelas, los niños salen adelante con más facilidad; por ejemplo, al recolectar comida, lo que impulsa su supervivencia. Los pequeños ya no tienen que buscarla por sí mismos; en consecuencia, se produce un alargamiento de la infancia, lo que beneficia a la especie. Y, a la vez, se eleva el número de nacimientos y aumenta la esperanza de vida.»
El estudio que explica esta fuerte conexión emocional entre abuelas y nietos, ha sido realizado por un antropólogo de la Universidad Emory en Atlanta, EEUU, James Rilling.
El estudio se realizó con cincuenta mujeres que tuvieran al menos un nieto biológico de entre tres y doce años y escanearon sus cerebros mientras miraban fotos de ese nieto, otras de los padres de ese niño y otras de un niño y un adulto sin ningún parentesco entre ellos.
El resultado es que cuando las abuelas miraban fotos de sus nietos, se activaban áreas del cerebro asociadas con la empatía emocional. Del estudio se deduce que parece que las abuelas están diseñadas para sentir lo que sienten sus nietos cuando interactúan con ellos. Si le ven sonriendo sienten alegría y si le ven llorar sienten angustia.
El mismo ejercicio se realizó con los padres a los que se les dieron fotos de sus hijos para que las observaran. El resultado fue que, » La activación observada en las áreas de procesamiento de emociones de las abuelas, y en aquellas asociadas con la recompensa y la motivación, fue más fuerte, de media, que la de los padres, aunque también hubo varias excepciones de algunos progenitores, claro.»
Por último, cuando las abuelas miraban imágenes de su hijo adulto, se activaban las áreas del cerebro asociadas con la empatía cognitiva, esto podría indicar que la abuela trataba de comprender cognitivamente a su hijo en lugar de experimentar una conexión emocional más directa, cómo ocurría en el caso de los nietos.
«La empatía emocional es cuando puedes sentir lo que otra persona siente, la empatía cognitiva es cuando entiendes a un nivel cognitivo lo que otra persona siente y por qué».
El cerebro de las abuelas está configurado para empatizar con sus nietos, para sentir lo que sienten ellos al interactuar. Si el pequeño sonríe, siente en su interior la alegría del niño. Y si por el contrario llora, siente el dolor y la angustia del nieto.
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