A nivel musical, el artista madrileño ha vuelto por sus fueros con una producción soberbia, a la altura de su talento y experiencia.
Acompañado de un precioso piano y numerosos violines, la voz de Alejandro se clava como un puñal en nuestros recuerdos, acariciando todo aquello que fue y nunca regresó.
Épica, magnánima, reconciliadora… Qué bonita suena nuestra cultura cuando está unida.
¡Ganas de ver la película!