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El pasado jueves decíamos adiós a una de las mejores intérpretes que ha dado nuestro país: Rosa María Sardà. Una despedida que vino acompañada de varios homenajes durante estos días, incluido uno que se esperaba con por encima de los demás, el de su hermano Xavier Sardà.

A través de su columna de los domingos en el diario El Periódico, el periodista catalán se sincera de forma profunda y emotiva, aceptando el enorme vacío que esta pérdida le va a ocasionar.

Es más, el propio Sardà ha confesado que contactará con contabilidad para que no se le retribuya nada por el artículo, ya que a su modo de ver, tiene demasiado contenido personal.

«Hoy pido disculpas porque no se me ocurre hablar de ningún otro tema. Sin mi lectora me he quedado bastante solo», empieza escribiendo en su carta de adiós.

Las lecciones que Xavier aprendió de ella

La primera de las enseñanzas que deja la actriz en la memoria de su hermano es la de tener siempre un espíritu crítico activo y entusiasta.

Una cualidad que Xavier apreciaba por encima de muchas, pues ella leía sus textos antes de ser publicados, apreciando las posibles mejoras: «Imagino a mi lectora diciéndome que me deje de historias y de cuentos y que a ver si me pongo en solfa y me dejo de tonterías».

Pero si hay una lección que sobresale por encima de todas para el presentador de Crónicas Marcianas, es la de no dejar que el ruido exterior contamine tu esencia.

Reconocida con dos Goyas como Mejor Actriz de Reparto y con la Medalla de Oro, la intérprete y comunicadora Rosa Maria Sardà fue tres veces la maestra de ceremonias de los premios de la Academia.https://t.co/woqeHYJDlq pic.twitter.com/Vp19HxwaBh

— Academia de Cine (@Academiadecine) June 11, 2020

«De ella he aprendido a decir lo que pienso sabiendo que, por tanto, no es posible gustar a todo el mundo», relataba a lo largo de su columna.

Por último, el comunicador barcelonés quiso poner el punto y final con un último agradecimiento, consciente de que la suerte que tuvo al compartir todo estos años al lado de su hermana.

«Agradezco a mi lectora que me haya enseñado a ver el mundo con su apasionante temperamento y su enorme cultura. Adiós, lectora».

¡Mucho ánimo a la familia!