Eso sí, esperamos y deseamos que esos matrimonios tengan un final mucho más feliz al de estos vendedores. Por ejemplo, un hombre puso una oferta de traje de novio por solo 100 euros.
¿Por qué tan barato? Porque ya lo había usado una primera vez… Y la cosa no acabó bien. «Lo vendo para financiar mi divorcio«, añadía en la descripción.
Puede que ese traje guarde un gafe como el vestido de esta otra vendedora. Un verde precioso, casi nuevo y todo lo bonito que tú quieras… Pero de dos bodas a las que ha ido con él, las dos han acabado también en divorcio. Y como dice Saray Esteso, «no hay dos sin tres».