En Pensilvania se ha vivido un susto mayúsculo después de que un «graciosillo» colocase botes de chinches a lo largo de un centro comercial.
Imaginaos la reacción de todos los clientes que se encontraron estos insectos en los bolsillos de las chaquetas, en las bolsas o en las mangas. Todavía se sigue buscando al responsable.
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