La impuntualidad es uno de los rasgos más odiados, sobre todo cuando toca sufrirlo en primera persona. Muy atento al reciente estudio de Harvard que nos acerca Patricia Imaz:
Varios expertos de la Facultad de Medicina han dado con el principal motivo por el que llegamos tarde. Es culpa de un reloj que todos llevamos incorporado y cuyo medidor cambia notablemente entre los puntuales y los impuntuales.
Para que te hagas una idea, el minuto de una persona que siempre suele estar a su hora dura 58 segundos. Sin embargo, el del segundo tipo de persona aumenta hasta los 77.
Imagínate esta diferencia de segundos cuando multipliques los minutos. Sabiendo esto, ¿qué harás la próxima vez que un amigo o amiga te haga esperar durante horas? ¿Le entenderás o seguirás sin perdonárselo?
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