Todos sabemos del riesgo potencial que entrañan para los menores el uso sin conciencia de las redes sociales, sin embargo, ¿de qué manera podrían estas estar afectando a la propia manera de pensar y percibir la realidad?
Mi nombre es Alejandro Vera y soy psicólogo y nutricionista en Madrid. Hoy me gustaría hablarte de algo que cada me encuentro con más frecuencia en consulta trabajando con menores y que me parece realmente alarmante.
El tema que voy a tratar es cómo un mal uso de las redes sociales afecta sobre el pensamiento crítico, y no sólo eso, estas pueden actuar como precursoras del desarrollo de trastornos de la alimentación.
Para ilustrar todo ello, quiero contarte el caso de una persona con la he trabajado hace muy poco en terapia psicológica:
Para ello, te hablaré de Laura, quién como una flor de loto aprendió a sobrevivir a su manera entre las pantanosas aguas de Instagram:
Laura (no es su nombre real), es una chica de 14 años que acudía a consulta conmigo por un principio de anorexia. Sus padres, muy preocupado por lo que veían, habían decidido no esperar más y poner remedio cuanto antes.
Laura me explicaba que había comenzado a comer menos porque quería verse mejor. Yo le dije que no había nada de malo en querer verse mejor.
Cuando ya llevábamos varias sesiones y Laura sentía más confianza conmigo, un día me estaba enseñando su cuenta de Instagram. Me enseñó algunas de las fotos que subía a su cuenta, muchas de ellas son lo que comúnmente conocemos como selfies.
Cuando me las enseñó, lo primero que me di cuenta nada más verlas, es que aquellas fotos se encontraban muy retocadas. Podía reconocer a Laura porque la conocía y la tenía delante de mí, sin embargo, era bastante evidente que la cantidad de filtros y recursos que había empleado para editar aquellas imágenes, conseguían distorsionar en cierto grado la realidad.
Mientras me enseñaba aquellas imágenes de su cuenta personal, iba acumulando para mis adentros la certeza de que el tema de las redes sociales es algo sobre lo que íbamos a tener que trabajar, aunque aún no sabía exactamente de qué manera.
Una de las fotos que me enseñó me llamó especialmente la atención: era una foto donde se veía su rostro en primer plano. La mayoría de imágenes mostraban el cuerpo entero, pero en aquella donde prácticamente todo el foco de atención recaía sobre su rostro, me sorprendió mucho que no era capaz de reconocerla.
Es decir, sabía que era ella, pero crep qué, si me la hubiesen enseñado en cualquier otro contexto, lo más probable es que no la hubiese asociado con Laura.
De manera qué, decidí detenerme un momento en aquella foto y le pregunté que había hecho con eslla, es decir, que me explicase un poco los filtros o demás arreglos que había empleado.
Me estuvo hablando de programas, filtros y de muchas cosas que no entiendo, pero a mí me daba la impresión de que tenía que haber algo más. Insistí sobre ello y Laura acabó diciéndome que a través de Photoshop se había retocado un poco la nariz.
La verdad es que Laura es una artista, de eso no cabe duda. Cuando me contó aquello, cogí la foto que aparecía en el móvil y le pregunté ¿esta eres tú?
Ella riéndose me dijo: claro que soy yo, ¿no me reconoces?
Entonces yo me paré y le dije que yo, en aquella foto, apenas podía reconocerla. Ella me miraba muy extrañada, totalmente incrédula. No me pareció que el problema fuera que no quisiera admitir que había retocado tanto la foto que ahora no se parecía a ella, si no que simplemente, no podía hacerlo porque no lo entendía.
Me voy a tratar de explicar lo mejor posible, porque aquí viene el asunto peliagudo. Laura cuando miraba aquella foto retocada, se veía a sí misma.
La razón por la entiendo que ocurre esto, es que Laura llevo tanto tiempo usando Instagram para proyectar imágenes de sí misma, que estas imágenes se han convertido en su espejo. Todas las personas tenemos una representación interna de nuestra apariencia, nos miramos al espejo y esto sumado al juicio de los demás, hace que tengamos una imagen mental de nuestra figura o forma física.
La cuestión es que Laura había dejado de mirarse en los espejos, y se miraba a través de las fotos que ella misma subía. El juicio externo que recibía, se traducía en “me gustas” y comentarios de otras personas. Su modelo de representación interna, era lo que proyectaba a través de su red social.
Esto refleja una carencia importante de pensamiento crítico. El pensamiento crítico es aquello gracias a la cual puedo separar las cosas que veo de cómo son las cosas. Por ejemplo, yo puedo acudir a un espectáculo de magia y por muy bueno que me parezca el mago, soy consciente de que este no puede leer mi mente, si no que soy consciente de que sabe usar trucos muy buenos.
Hay cosas que la formación psicológica no te da y que simplemente, vas desarrollando a raíz de ver patrones en las personas con las que trabajas. No es la primera vez que veo, como en el caso de Laura, una relación similar con las redes sociales.
En su caso, ella había pasando tanto tiempo en ellas, que estas la habían ido atrapando, también, porque lo que te ofrecen es una idealización muy tentadora. Poco a poco, ella se había ido instaurando en una realidad virtual donde se sentía bien consigo misma.
El problema había comenzado cuando la realidad se había comenzando a abrir paso de nuevo. Al volver a mirarse en los espejos (los de verdad), estos le habían devuelto dosis de realidad que no pudo soportar. Ante esa situación sólo había dos posibilidades: aceptar la nueva realidad (la real), o tratar de convertir la realidad virtual en la de verdad.
Así es cómo Laura estaba comenzando a hacer un trastorno de la alimentación, sin apenas ser consciente de todo lo que estaba sucediendo dentro de su cabeza.
Muchas veces a los psicólogos nos preguntan si el exceso de autoestima es malo o si verse divino/a es un síntoma de narcisismo. La razón por la que el narcisismo se considera una patología, es porque eleva la visión de uno/a mismo/a. Ese “exceso de autoestima” es insalubre no por cuestiones morales, si no porque no se encuentra en la realidad.
Con Laura tuve que enseñarle que había una diferencia entre lo que mostraba y como realmente es (apariencia vs. esencia). Le expliqué que no había nada de malo en subir una foto para recibir me gustas, siempre y cuando fuese consciente que eso no deja de ser una estrategia de marketing.
No se trata de inculcarles mensajes como que vivir de la apariencia es algo negativo (bajo mi punto de vista. Aprender a proyectar una imagen de nosotros mismo es una estrategia para la vida que puede ser útil en numerosos momentos, lo cual no quiere decir que sea cierto.
Yo les suelo poner el ejemplo de una entrevista de trabajo: cuando vamos a una entrevista, solemos tratar de demostrar que somos mas serios y seguros de nosotros mismos de lo que realmente puede que nos sintamos en nuestro día a día.
Lo más seguro, si son capaces de darse cuenta que lo que ocurre en Instagram no es real, es que comiencen a usarlo con menos frecuencia, como ocurrió en el caso de Laura.
Considero fundamental la educación a nivel emocional sobre el empleo de las redes sociales. Tenemos que tener en cuenta que los adolescentes, no tienen porque tener las habilidades emocionales o ser tan maduros como para entender todo esto que estoy contando.
Ellos, por lo general, comienzan a hacer uso de estas apps por inercia natural y sin pensar en nada más. Lo más seguro, es que un adulto que comenzase a usarlas, fuera capaz de darse cuenta de esto de manera implícita. Sin embargo, lo adolescencia se caracteriza por ser una fase vital de construcción de la identidad.
La razón que nos protege precisamente de caer en la trampa de las redes sociales, es la identidad. Cuando yo tengo claro y bien delimitado como soy, que no soy y me conozco, soy capaz de mantenerme en mi centro.
Por lo tanto, otra forma de poder ayudarles además del propio trabajo educativo sobre las redes sociales, podría ser hacer con ellos ejercicios sobre el autoconcepto.
Incentivar de manera externa ese proceso de autoconocimiento, considero que puede ser una de las mejores maneras de protegerles hacia el futuro. ¿Cómo? Hablando de sus gustos, sobre quiénes son, que cosas se les dan bien y que cosas mal, que quieren ser en el futuro, a qué personas quieren, que imagen tienen de sí mismos, étc.
A fin de cuentas, es darles un espacio para indagar sobre sí mismos.
Hoy día es necesario incluir dentro de la educación el correcto uso de las redes sociales. Como en el caso de Laura, la mayoría de adolescentes comienzan a hacer uso de estas por su propia cuenta y riesgo.
Los adolescentes son un colectivo mas vulnerable que debemos proteger, no negándoles el uso de estas, si no, enseñándoles lo que son y para lo que sirven. Esto, actuará como factor de protección fundamental para la construcción de su personalidad y para prevenir futuros trastornos psicológicos, sobre todo, los trastornos de la alimentación.
En el aula, podemos poner en práctica dinámicas para favorecer el pensamiento crítico respecto a redes sociales como Instagram y trabajar con ejercicios para ayudar a definir la propia identidad.
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