En realidad, el organizador de este funeral estaba cumpliendo uno de los deseos de su pareja, quien se preguntaba en numerosas ocasiones cómo se sentiría en el más allá y estando arropado por sus más allegados.
De esta manera, Eli McCann comprobó cómo sería ese fatídico día para él a sus 33 años, alquilando incluso un ataúd y quedando toda la casa decorada para la ocasión.