Ya en el mes de abril, un oncólogo, Ricardo Cubedo, reseñaba en su muro de Facebook que los ciudadanos no deberíamos utilizar mascarillas con válvula ya que en estas «el aire sale tan libremente como si fuera un agujero» por lo que «quien las lleva contagia lo mismo que si no lo hiciera». Es decir, filtran el que se inhala, no el que se expulsa.
En este mismo texto, se recomendaba su uso solamente para el personal sanitario y los cuidadores que no tienen más remedio que respirar cerca de enfermos, pero no todo aquel que sale a la calle, a hacer la compra o al trabajo.
Efectivamente, las autoridades sanitarias aconsejan para la población en general y sana las mascarillas quirúrgicas o higiénicas en contra de las que tienen válvula.
Muy sencillo. Este tipo de mascarillas solamente protegen de fuera hacia dentro y no en sentido contrario. Así cuando inhalas si se filtra el aire que respiras, pero cuando exhalas, no.
Por este motivo, las mascarillas con válvula solo protegen a las personas que la llevan puesta mientras permiten que estas puedan contagiar a los demás.
Sin embargo, si son útiles para no inhalar humo de un incendio o serrín de una carpintería, porque nos protegen de estos elementos.
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