Si ya es difícil evitar el miedo en nuestros hijos, imaginaos en estas circunstancias donde la incertidumbre se apodera también de los adultos. Precisamente por eso, explica nuestra especialista, hay que confesarles que «nosotros estamos igual» como punto de partida.
Avanzamos y les ayudamos a que se centren en el presente, momento en el que todavía no están confinados y que, de ser así en pocos días, todo tiene un fin: «Será con la vacuna o con lo que sea, pero queda claro que tiene un final», añade Rocío Ramos-Paul.
Mucho cuidado con los niños y niñas que ya vaticinan lo que se viene. Cuando tendemos a adelantarnos y tratar de estar prevenidos, muchas veces lo pasamos peor que cuando ocurre de verdad. Por ello, reforzamos este paso para que no se «adelanten» y recuérdales lo valientes que fueron cuando ya estuvieron confinados.