Nos guardamos nuestro cabreo por dentro, uno tras otro, consiguiendo que se nos acumule en nuestro propio interior y provocando al final de todo ese ataque de ira del que luego siempre nos arrepentimos.
Para frenarlos, Rocío nos da importantes pasos a seguir; el primero de ellos sobre «anticiparnos«. Déjale claro antes de que finalice un juego o una actividad que debe recogerlo, o de lo contrario se los guardarás tú y no podrá jugar con ellos al día siguiente.
Tocará trabajar la paciencia los primeros días porque, efectivamente, el peque no hará demasiado caso. Ante esa situación, dile cuál ha sido el motivo de tu enfado y hazle saber las consecuencias de no haber obedecido.