Seguro que te suena la típica escena de tu madre guardándote ese plato que no te gusta para la cena, para el día siguiente y hasta cuando haga falta con tal de que te lo comes. Una respuesta muy contraproducente ya que le estás ayudando a desarrollar una «fobia«.
Por tanto, fijemos el objetivo en desarrollar un buen hábito de alimentación sin necesidad de llegar a esto. No pasa nada si no quiere comérselo; retíralo y asegúrate de que la merienda sea la misma que si se lo hubiese tomado.
No es un esfuerzo en vano. Como dice Rocío Ramos-Paul, desarrollar ese correcto hábito de alimentación ayudará, precisamente, a tener un buen hábito de estudio.
Y para terminar, un aspecto importante: todo niño tendrá (se puede ser permisivo) un máximo de tres alimentos «que no va a comer nunca». Respétalo y sé flexible.
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