Las mascarillas se han convertido en estos últimos meses en el complemento esencial de millones de personas. No solo recurrimos a ellas para protegernos, sino que además es una obligación en la mayor parte de nuestro territorio desde que los gobiernos autonómicos impusieran su uso con el fin de frenar los rebrotes.
Hemos aprendido a usarlas, a no olvidarnos de ellas al salir de casa e incluso a diferenciar cada uno de los tipos de mascarilla que hay. Ahora bien, ¿sabemos cómo desecharlas?
Las asociaciones de protección de animales alertan sobre la necesidad de realizar este pequeño gesto que puede evitar que las mascarillas se enreden en las patas o el pico de las aves causándoles la muerte, en algunos casos
Una goma enredada en un pico o pata pueden inmovilizar al animal, ocasionarle una infección e incluso, si la estrangula, corre el riesgo de perder la extremidad.
El medio británico The Independent compartía estos días en sus redes unas imágenes en las que un par de profesionales rescataban a una gaviota que había quedado atrapada por las gomas de la mascarilla, siendo víctima de la cantidad de materiales que se han convertido en deshechos y que pueden suponer grandes daños para nuestra fauna si no somos responsables y no reciclamos correctamente.
Seagull cut free from coronavirus face covering pic.twitter.com/6Z6yrFP8f8
— The Independent (@Independent) July 21, 2020
Según ha expuesto la propia Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), las mascarillas deben arrojarse al contenedor de restos, que no es el mismo que el de orgánico. El cubo de restos suele ser color naranja o gris.
Busca el más cercano a tu hogar y asegúrate de tirar las mascarillas en él. Eso sí, para evitar que sucedan cosas como las imágenes anteriores, lo recomendable es cortar las gomas que se colocan tras las orejas y que permiten la sujeción de la mascarilla.
La propia OCU advierte del peligro de deshacerse de estas por el inodoro, pues no solo es una acción irresponsable con el medio ambiente sino que además puede generar atascos en las tuberías que pueden ocasionar, al mismo tiempo, otros graves problemas.
Seamos responsables y demostremos que hemos aprendido la lección de este pulso que nos ha echado el mundo. Por tres meses nuestra casa fue el límite de nuestro mundo. Cuidemos ahora el resto del planeta para que este pueda seguir sirviéndonos de hogar.
Los pequeños gestos hacen grandes cambios, ¡no nos cuesta nada!
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