¿No crees que es hora de tratarlo como es debido? Piensa que, además, es por el bien de tu bolsillo. ¿O es que quieres volver a la tienda en unos meses para comprar otro? Como vemos que no tienes mucho tacto con el menaje de tu cocina, vamos a echarte una mano. Tan solo tienes que mantener alejados estos objetos de tu electrodoméstico preferido. ¡Larga vida al lavaplatos!
La capa de teflón con la que están cubiertas irá desapareciendo con las sesiones. Poco podrás presumir después de tus lecciones de cocina de vanguardia.
El agua caliente no es la mejor compañera de ese cucharón con el que remueves la pasta. Tampoco, de la tabla en la que cortas la cebolla y troceas el pollo. Acabarán rompiéndose. Lo mejor es lavarlos al momento, con agua fría.
Tu perro es adorable y se merece todos los achuchones y besos que le regalas. Ahora bien, mezclar los gérmenes incrustados en su plato con la vajilla en la comes cada día no es recomendable. Recuerda cómo se saludan los canes y cada cosa que olisquea tu pequeño peludo cuando lo paseas.
Incluso aunque estén adheridas con más fuerza que una garrapata a tu mencionada mascota, acabarán deshaciéndose. ¿La consecuencia? Un lavavajillas atascado.
El proceso de secado o el simple calor del agua pueden modificar la estructura de tu fiambrera, o incluso derretirla en alguna esquina. ¡A ver dónde llevas ahora la tortilla de tu madre para zampártela en el trabajo!
Existe peligro por partida doble. Por un lado, las gomas pierden efectividad. Por el otro, si empleas detergente en polvo, puede incrustarse en ellas y afectar al cocido que prepares mañana. Tú verás…
Sí, esas que sacas solo en los momentos especiales. Son delicadas y en el meneo del lavado podrían chocar con otras piezas, convirtiéndose en pedazos inservibles.
¿Acabas de celebrar el cumpleaños de tu pequeño con esos platitos de colores con sus dibujos animados preferidos? ¡Pues a lavar a mano! Arremángate ¡y al lío! De lo contrario, ese gatito podría acabar sin bigotes.
Al igual que ocurre con tus mejores copas de cristal, estas piezas podrían chocar con otras. Si, además, sus adornos son artesanales, podrían desdibujarse. ¿Quieres quedarte sin la vajilla de la abuela?
¿No quieres gastar agua extra? El mejor truco es emplear un trozo de papel y adecentar el plato antes de meterlo en el lavavajillas. Si no lo haces y, además, sigues introduciendo los tarros con etiquetas, tienes todas las papeletas para obtener un lavavajillas obstruido.
Si mantienes estos elementos alejados de tu lavavajillas, conservarás en perfecto estado tanto tu menaje como tu electrodoméstico. Aquello de «más vale prevenir que curar» también es aplicable a la cocina.
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