A nada que lo valoremos en frío, nos daremos cuenta de que es una clara manifestación de esa frustración o presión que sienten por haberse visto modificada su normalidad.
Por ello, y conscientes de que también es una «situación excepcional«, vamos a buscar hábitos que antes teníamos, como por ejemplo sentarse en el váter antes de ir al colegio, y adaptémoslo a las circunstancias que vivimos.
Sobre todo, un aspecto esencial: «No quiero a ningún padre regañando a su hijo. Estamos en una situación muy complicada», explica Rocío Ramos-Paul, quien recomienda pedirles ayuda en todo caso.
Respetando esas dos pautas, solo queda que nosotros mismos nos tranquilicemos y no demos más vueltas de las necesarias a la situación. A fin de cuentas, conforme se normalice todo ellos volverán a controlar esfínteres y a recuperar sus buenos hábitos.