El investigador del Instituto de Agroquímica y Técnica Alimentaria del Centro Superior de Investigaciones Científicas (IATA-CSIC), José María Lagarón, advierte del peligro que supone la utilización de las mascarillas quirúrgicas en espacios interiores.
«Hay la noción equivocada de que una mascarilla quirúrgica protege de que tú contagies a otros, pero eso no es verdad«, expresa este en una entrevista ofrecida al Diario NIUS.
Según explica, estas mascarillas puestas a prueba con aerosoles solo tienen una capacidad de filtración del 65 al 80% en bacterias de 3 o 4 micras, cuando esta debería superar el 95%. Además, su ajuste tampoco es el más adecuado, dejando espacios abiertos por los laterales con los que aerosolizamos el ambiente.
Según Lagarón, deberíamos preocuparnos por el contagio a través de aerosoles, una teoría que aún no tiene el respaldo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que, por lo tanto, no ha generado la alarma suficiente para actuar en consecuencia. «Sanidad dice que aún no hay una evidencia clara de la transmisión aérea«, explica este.
No hay respaldo pero el investigador tiene claro cómo actuar para ser precavidos. Este reniega por completo del uso de mascarillas quirúrgicas en espacios interiores y aconseja utilizar una mascarilla FFP2 con su certificación correspondiente.
Las quirúrgicas podrían servir para una protección en la calle, donde las partículas que llegan son más gruesas. Esto no ocurre en interiores. «La gente sigue con la idea equivocada de que protegen a los otros pero no me protegen a mí. Y en interiores, no hacen ninguna de las dos cosas«, añade Lagarón.
Por eso, asegura que la mejor protección, en cualquiera de los casos, es el uso de una FFP2. Esta, a diferencia de las quirúrgicas, «solo deja pasar el 5% de los aerosoles», cumpliendo así con la capacidad de filtración recomendada.