El término científico exacto que define este suceso es pareidolia. Como ya he dicho, se trata de una manifestación bastante común en la sociedad, en la que nuestro cerebro no puede evitar ponerle una identidad, conocida o desconocida, a cualquier imagen en forma de rostro.
Históricamente se asociaba este fenómeno psicológico a la asociación cognitiva de un recuerdo determinado.
Hoy, gracias a un estudio realizado en la Universidad de Nueva Gales del Sur, se ha confirmado que no, que la razón real responde a la activación de los mecanismos visuales que suelen procesar los rostros humanos.
La hipótesis de la investigación era la siguiente: «la pareidolia refleja la activación de los mecanismos visuales del cerebro que suelen procesar los rostros».
«La exposición repetida a rostros de pareidolia que parecen tener una dirección de atención específica provoca un sesgo sistemático en la percepción de hacia dónde miran los rostros humanos, lo que indica que los mecanismos sensoriales superpuestos se reclutan cuando vemos rostros humanos y cuando experimentamos el rostro de pareidolia«, concluía el estudio.
Es decir, que lo primero que intuye nuestro cerebro es la mirada en dichos rostros, los ojos, para después formar el resto de la cara imaginaria.
Y a ti, ¿te ha ocurrido? Cuéntanos tu experiencia en redes sociales.