El cambio más importante está en nuestro cerebro; tenemos que cambiar la mentalidad y no estar todo el día pensado en la comida y en comer cosas grasientas o dulces. Aunque resulta difícil, si te lo propones, lo conseguirás.
Tienes que cuidar tus hábitos al comer:
– Mastica bien los alimentos; dicen que hay que hacerlo al menos 40 veces; si te parecen muchas, por lo menos, hazlo la mitad.
– No comas de pie o con prisa, cada cosa requiere su tiempo para hacerla bien y comer no es una excepción.
– Descansa al menos 10 minutos antes de volver a la rutina. Hay que reposar la comida como siempre nos han dicho nuestras abuelas; aunque no duermas una siesta, descansa un poco.
– No bebas demasiado en la comida, pues beber agua durante las comidas contribuye a retrasar la digestión. Es mejor beberla fuera de las comidas o antes.
– No comas grandes cantidades de golpe, no te comportes como nuestros antepasados que tenían que cazar y no tenían nevera para guardas los alimentos; por suerte, la especie ha evolucionado.
– Disfruta de la comida, pero no te obsesiones con ella, la vida está para disfrutarla y uno de los mayores placeres es la comida, así que evita que sea un suplicio. Es mejor si no comes viendo la tele o el móvil; disfruta de la compañía y habla con otra persona, que se puede.
No te asustes, no hace falta que te prepares para las próximas olimpiadas, aunque si lo consigues seremos los primeros en felicitarte. Lo importante no es hacer mucho ejercicio, sino hacerlo de manera regular, es decir, es mejor todos los días un poquito que darse una paliza a la semana.
Puedes cambiar pequeños hábitos y así hacer ejercicio sin enterarte. Ve andando a todos los sitios que puedas, intenta andar para ir a comer o cuando pares a tomar algo a mitad de mañana. Si vives en una bloque de pisos olvídate del ascensor, cógelo solo si vienes muy cargado del supermercado o si se trata de un rascacielos. Pero no vives en un rascacielos, ¿verdad?
No hace falta seguir una rigurosa dieta del tipo de «hoy toca comer una ensalada y un plátano, desayunar té verde y cenar un caldo». La mejor dieta es comer sano y variado.
Come de forma equilibrada, de manera que todas las comidas incluyan algo vegetal, algo cereal y proteína. Controla, eso sí, las cantidades y que las proporciones estén equilibradas: no vale un chuletón de kilo, con dos lechuguitas y un poco de pan.
Evita la fruta al final de la comida porque alarga el proceso de digestión, pero no dejes de comerla, ya que es importante ingerir dos o tres piezas al día; por eso, aprovecha los tentempiés de la mañana y la tarde.
Y unas poquitas prohibiciones: reduce tu consumo de alcohol y evita las tentaciones en forma de bollería, sobre todo industrial.
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