Lejos de lo que la gente pudiera pensar, el primer fallo lo tenemos nada más empezar: en el momento en el que nos echamos la crema.
Debido a que nuestras palmas de las manos tienen muchas glándulas sudoríparas, debemos usar los dorsos y comenzar ahí el masaje de nuestras manos.
A partir de ahí, extendamos la crema hidratante a lo largo de toda nuestra mano, siguiendo siempre el sentido de nuestros músculos, tal y como lo aplica Patricia Imaz.
Inmediatamente después, tengamos en cuenta los huecos que quedan entre las falanges. De esa manera, aprovechemos el lateral de una de nuestras manos para seguir restregando la crema en esos rincones que antes mencionamos.
Ahora sí, una vez tengamos hidratados tanto los dorsos como los dedos, utilizamos lo que quede de la crema que nos hayamos echado para masajear las palmas.
Con esa poca cantidad, ayudaremos a que las glándulas sudoríparas no hagan tanto efecto y no terminemos el proceso con las manos excesivamente sudadas.