No será la primera atrevida, harta de explicarle que no tiene tiempo para prestar atención a sus sugerencias. «Si es que no puedo atenderle, tengo a mi nieto conmigo», expresaba la pobre oyente, mientras el brasileño seguía insistiendo en su petición de mano.
La segunda mujer sí le seguirá el juego, diciendo ser su suegra y asegurándole que le recibirá con un arroz con pollo y con cocido a su llegada a España. «¡Qué bien me he caído en esa casa… Pero de espaldas!», bromeaba Paolo mientras la mujer se partía de risa.