El 30 de abril de 2013, un Pablo López lleno de ilusión lanzaba el primer sencillo de su carrera, Vi. Tan solo un día y siete años después, este 1 de mayo, el mismo artista, con la misma ilusión que el primer día, nos presentaba Mariposa, el segundo sencillo del que será su cuarto trabajo discográfico.
Al artista malagueño esta situación del coronavirus le ha trastocado los planes de gira y del lanzamiento de un disco, Unikornio: once millones de versos después de ti, que estos días ha reabierto para tunearlo, añadir y modificar su contenido.
En Cadena Dial hablamos con Pablo López, un artista que, pese a todo, nunca pierde la ilusión. ¡Disfruta del encuentro!
Las canciones que nacen en este confinamiento están inevitablemente abocadas a que sobre ellas se hagan interpretaciones relacionadas con las sensaciones y emociones que estos días nos invaden. La mariposa, hasta convertirse en tal, pasa por una serie de fases (la metamorfosis). Igual que nosotros, que estos días comenzamos a romper la crisálida y a asomar las alas.
No obstante, la mariposa de Pablo López nada tiene que ver con el confinamiento, la cuarentena o el coronavirus. En esta canción, el artista se centra en lo efímero de su belleza. «La mariposa goza de una perfección tal que la propia perfección de la naturaleza le hace durar muy poco«, nos confiesa.
«Hubo un día en el que me daba miedo hasta pisar los charcos. Hay que pisar los charcos, hay que caerse al suelo, hay que fallar… (…) El sueño y la magia están a ras del suelo«
Si todo esto no hubiera pasado, ¿Pablo López habría publicado ya su cuarto trabajo discográfico? Él así lo cree. «Si no no me atrevería a subirme al escenario de Sant Jordi como me debería haber subido hace unos días«, confiesa.
No obstante, esta situación le ha dado la oportunidad de poder continuar perfeccionando el disco. «He vuelto a reabrirlo y lo estoy despeinando, poniéndole tintes y todo«, expresa. Tanto es así, que nos atrevemos a preguntar si cabría la posibilidad de que surja una nueva canción estos días y forme parte del mismo. «Ha habido un hueco que no existía. Ha pasado cuando me acostumbré a no ver más allá de la barandilla de mi casa«, reconoce.
De modo que sí, este disco será diferente al disco que hubiese lanzado si no hubiésemos vivido esta situación. Ya lo dice el proverbio chino: «El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo«. Y, con ello, cambiar todos los planes.
El piano es la fuente de energía de Pablo López, la materia prima de su trabajo, y su desahogo. Su obsesión por este instrumento es tal, que no se imagina haber tenido que pasar esta cuarentena sin tocar sus teclas. «Yo me tocaría encima, entiéndase la expresión«, expresa.
Reconoce que «es una obsesión bellísima» que tiene la suerte de poder calmar, pero que «tendría un serio problema» si le hubiese tocado pasar la cuarentena alejado de uno. No nos extraña. El tándem Pablo López-piano es conocido por todos, y es a través del cual mantiene vivo al niño que lleva dentro.
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