La horrible costumbre que existe en algunos países como el nuestro de hablar en un tono de voz elevado, además de incómoda es peligrosa.
Y es que gritar puede generar más de 1.000 gotas contaminadas por minuto que permanecen en el aire más de 8 minutos en un espacio cerrado.
Las recientes restricciones adoptadas por el Gobierno para frenar los rebrotes pasan por limitar algunas de las actividades que se llevan a cabo al aire libre, por ejemplo, el uso obligatorio de la mascarilla siempre o prohibir fumar si no se garantiza la distancia de seguridad.
Las conclusiones de esta investigación llevada a cabo por el Equipo de Biología Computacional y Sistemas Complejos (BIOCOMSC) de la Universidad Politécnica de Cataluña, en colaboración con el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol (IGTP), apunta que «cuanto más alto sea el nivel de voz, más altas son las posibilidades de infección».
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«Tenemos evidencias de brotes que se han dado en exteriores, en barbacoas, bodas, reuniones, etc. Hemos observado que en espacios interiores en los que la gente no habla, como por ejemplo un cine, no ha habido transmisión del virus y no se han conocido brotes con origen en estos lugares», señala Clara Prats, una de las integrantes del grupo de investigación.
También, científicos del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales comprobaron que hablar normal genera gotas que pueden permanecer en suspensión durante decenas de minutos o más, y que cuando se grita se expulsa una mayor proporción de gotas contaminadas capaces de permanecer suspendidas en el aire durante 8 minutos o más en un espacio cerrado.
Y es que al hablar en un tono de voz normal, las gotas de saliva recorren menor distancia que como lo harían si se alza la voz. Ante este premisa, cuando se habla a gritos es necesaria una mayor distancia para evitar contagios.