Noviembre siempre ha sido el mes de Pablo Alborán

Su cumpleaños es en mayo y, sin embargo, el mes de Pablo Alborán siempre ha sido noviembre. ¿Por qué? Porque en este se han visto materializados la mayor parte de sus proyectos discográficos.

Hace 9 años el artista malagueño lanzó su primer álbum homónimo en un frío mes de febrero. Su éxito fue tal que, el 15 de noviembre de ese mismo año lanzaba la versión En acústico del mismo, su primer trabajo grabado en vivo. A partir de este momento, este mes quedó inaugurado como el de los lanzamientos de Pablo Alborán.

Solo un año más tarde, el 6 de noviembre de 2012, veía la luz Tanto, su segundo trabajo discográfico, cofre de joyas como Quién o Dónde está el amor, esta última compartida con Jesse y Joy.

Pasaron dos años hasta que otro mes de noviembre, concretamente un 11 de noviembre de 2014, su Terral se presentaba al mundo al ritmo de Pasos de cero o Recuérdame, clásicos de su discografía que a día de hoy continúan apareciendo en algunos de sus conciertos.

Este tercer disco le llevó por numerosos puntos de nuestra geografía, pero lo que marcó un hito en su carrera fueron las tres noches en Las Ventas de las que quiso dejar constancia con el lanzamiento en noviembre de 2015 de Tour Terral – Tres noches en Las Ventas.

Pausa y vuelta a la carga

 

Luego llegó la pausa voluntaria de dos años que el malagueño se tomó para tratar de no perderse a sí mismo. Llegó de nuevo un noviembre de 2017 cargado de intenciones con su disco Prometo, un éxito que volvió a poner a Pablo Alborán en la primera fila del panorama musical.

Tras tres años disfrutando de la vorágine en la que se vio envuelto con este proyecto, Pablo Alborán tenía pensado volver a la carga un noviembre más con el lanzamiento de un nuevo disco, Vértigo, el quinto en su carrera. No obstante, la situación del coronavirus y las medidas adoptadas para tratar de frenar su avance han obligado al artista a posponer su lanzamiento al próximo 11 de diciembre.

Llegue en noviembre, diciembre o marzo, le esperamos siempre donde la música se convierte en un abrazo global. Allí donde las canciones dejan de pertenecer a uno para ser de todos. Por ser el abrigo de cada otoño… ¡gracias infinitas, Pablo!