En muchos casos, la ignorancia de nuestros padres era la base para que nos contasen una de indios cada vez que preguntábamos algo o, simplemente, cuando querían que nos diéramos prisa para hacer algún tipo de actividad. Los siguientes ejemplos seguro que los conoces:
– «Bébete el zumo ya, que se le va la vitamina». Un clásico. Lo malo es que el zumo tiene que estar a una temperatura superior a 120 grados durante más de tres horas para perder una parte de las vitaminas. Vamos, que te lo decían para que te dieras prisa y para que te fueras a molestar a otra parte cuanto antes.
– «Si te tragas el chicle, se te pegará en el estómago». Un clásico, la verdad es que no es así, ya que, como te puedes imaginar, los jugos gástricos deshacen esta golosina con facilidad. Ahora bien, nadie te podrá negar que el consejo era más que adecuado para evitar que te atragantases.
– «No te pongas bizco que te puede dar un aire y quedarte así para siempre». El estrabismo es una afección de origen distinto. Se trata de un eufemismo para decirte «deja de hacer el indio, Manolito».
Entrando ya en el terreno de la sabiduría de tus padres, hay ciertas trolas que te has creído durante una década, al menos. Recopilamos las más recurrentes:
– «Si haces un agujero en el suelo en vertical durante miles de kilómetros aparecerás en China». Es tan magistral que nos da hasta pena ponerle un pero.
– Los niños vienen de París. Y, además, los trae una cigüeña volando que sabe tu domicilio. La de vueltas que se le daba a la tortilla para no decir la verdad.
– «Te vas a quedar ciego». Sin comentarios, como habrás comprobado, tu vista sigue igual que siempre. Bueno, quizá algo más cansada, pero nada alarmante.
– «O te portas bien o los Reyes Magos no te traerán juguetes». De ilusión también se vive. Raro es el que en la mañana del 6 de enero no espera algún detalle para volver a sentirse niño.
– Walt Disney está congelado. Bueno, la familia ha dicho ya millones de veces que cuando falleció no había la tecnología suficiente como para llevar a cabo esta acción. Cosas más raras se han visto, pero de momento no deja de ser una trola de las más comentadas.
– Al morirnos, el pelo y las uñas siguen creciendo. Está claro que no es así. Lo que ocurre es que el cuerpo se deshidrata totalmente y parece que las uñas y el pelo crecen, pero no es así.