La melatonina es una hormona que se encuentra de forma natural en nuestro cuerpo. Entre sus funciones está la de regular nuestro reloj biológico y por ende, intervenir en el ciclo natural del sueño. Pero, además, estimula la secreción de la hormona del crecimiento, equilibra nuestro apetito, modula la fabricación de gonadotropinas ( encargadas del funcionamiento de nuestro sistema reproductivo) y actúa como un potente antioxidante combatiendo los radicales libres.
¿Sabes que otra cosa más consigue la melatonina?
Es la encargada de mejorar nuestro sistema inmunológico lo que ayuda a neutralizar algunas infecciones aumentando nuestras defensas naturales.
Muchos expertos apuntan precisamente al hecho de que la secreción de la melatonina disminuye con la edad para explicar la mortalidad más elevada por Covid-19 en personas mayores.
Ahora un estudio realizado entre 26.779 pacientes confirma el efecto protector de la melatonina contra la Covid-19. Reduce hasta en un 28% el riesgo de contagio. Los resultados los ha publicado la revista PLOS Biology.
La investigación en la que han participado varias universidades y centros de investigación de los EEUU confirma que la probabilidad de dar positivo en un test PCR se reduce en un 28% entre las personas tratadas con melatonina. Esta diferencia es aún mayor en la población afroamericana, donde llega al 52%. Se desprende que hay variables como la edad, la raza, el tabaco y patologías previas que influyen en ello.
Hay estudios que ya han señalado el potencial curativo de esta hormona al ser pautada a enfermos en un estadio avanzado de la infección.
Precisamente, uno de los médicos que defienden esta teoría es el director de la Clínica MARGen de Granada, Jan Tesarik, que afirma que «la melatonina no ataca directamente al virus, sino que favorece los mecanismos de la defensa del cuerpo humano. El virus responsable de la enfermedad Covid-19 es una forma modificada de otros tipos de coronavirus, que solo ocasionaban resfriados banales y no peligrosos durante muchos años. Como se trataba de infecciones banales y frecuentes, prácticamente todas las personas tenían anticuerpos específicos contra estos virus (memoria inmunológica), como consecuencia de una infección anterior superada».
«Debido a la modificación (mutación) que ocurrió en el virus responsable de Covid-19, este virus no es reconocido como un intruso por los anticuerpos específicos presentes en el organismo. Como consecuencia, el organismo reacciona de una manera más primitiva, empleando mecanismos de inmunidad innata, ciega, que reconoce a la nueva forma del virus como un intruso, pero no sabe luchar contra él de una manera selectiva», insiste Jan.
Su opinión y criterio son respaldados por diversos estudios, entre ellos, el realizado por dos reputados científicos, Dunxian X Tan de Bio-Life en San Antonio (Texas, EEUU), y Ruegiger Hardeland, de la Universidad Göttingen (Alemania) que coinciden en el diagnóstico de Jan: «La mortalidad de las enfermedades infecciosas de virus mortales como el SARS, MERS, Covid-19 y la gripe aviar a menudo es causada por la respuesta inmune innata no controlada y la inflamación destructiva. La mayoría de las enfermedades virales son autolimitadas bajo la ayuda del sistema inmunitario adaptativo activado. Esta actividad depende de la proliferación celular y, por lo tanto, requiere varias semanas para desarrollarse. Los pacientes son vulnerables y la mortalidad generalmente ocurre durante este periodo ventana. Controlar la respuesta inmune innata y reducir la inflamación durante este período aumentará la tolerancia de los pacientes y disminuirá la mortalidad».
Muy sencillo. Esta hormona regula la reacción exagerada de la respuesta inmune innata de nuestro organismo y también frena la inflamación. Contribuye a que la actividad inmune se adapte a la situación y al agente intruso. Y, lo mejor, su gran margen de seguridad ya que no provoca daños secundarios graves.
Jan Tesarik está convencido de que un tratamiento con melatonina en dosis bajas (5-10 mg/día para un adulto) podría tener un efecto preventivo o, por lo menos, atenuante en personas expuestas al riesgo de infección o en las ya infectadas, asintomáticas o con problemas leves. Esto podría reducir el número de personas que precisan ser ingresadas en las unidades de cuidados intensivos, y así aligerar la presión actual sobre la capacidad de hospitales españoles.
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