Aunque solo parezcan frases recurrentes, tienen un enorme peso en nuestra manera de pensar y actuar. El problema es que algunas influyen de una manera equivocada y afectan a nuestro estado de ánimo.
El primer ejemplo es el popular «más vale lo malo conocido, que lo bueno por conocer». Un conformismo innecesario que nos hará repetir las mismas cosas, incluso si son negativas para nosotros. Por ello, nuestra compañera propone la siguiente frase: «Más vale lo bueno por conocer, que lo malo conocido y que ya no nos vale nada».
La siguiente frase es «piensa mal y acertarás«. Pensamos que este refrán tiene todo el sentido del mundo, solo por el hecho de que lo hago real en «mi realidad». Precisamente, esto último permitirá que «pienses bien y aciertes también».