Sobre este último, su significado real no queda demasiado claro. Algunos lo atribuyen a la postura firme, propia de militares, con los pies paralelos y aspecto de seguridad. Sin embargo, hay quien relaciona su origen con un juego infantil en el que saltabas con los ojos tapados y siguiendo las indicaciones de un compañero.
Por su parte, retrocedemos unos cuantos siglos y nos vamos hasta Canadá para descubrir cómo dos sacerdotes optaban a ser capellanes. Ambos se apostaron quién daba la misa más breve, entrando uno de ellos en los anales de la historia por haber arrancado -y finalizado- diciendo «Apaga y vámonos».
Muy interesante este otro popular dicho, que nos acerca quién era la famosa Santa Bárbara. En el siglo III, esta mujer decidió convertirse al cristianismo, aunque a su padre no le hizo demasiada gracia. No solo la encerró en una torre, sino que llegó a cortarla la cabeza. Instantes después, la leyenda cuenta que a él le cayó un rayo en la cabeza.