En busca de los olores más agradables y desagradables que existen, nos hemos dado cuenta de uno en el que parece unir a todos nuestros atrevidos: ¡El olor a bebé!
Rosa ha sido la primera en reconocerla, atribuyéndolo al «amor de madre«; una elección acompañada por Elena y por Azucena, esta última generando algo de polémica por su rechazo al olor a jamón. «Evito el pasillo de embutidos en el supermercado«, comentaba.
Además de los más peques, hay otros olores que adoran nuestros atrevidos. Es el caso de la gasolina para Rosi y del incienso para Miguel, desde Cádiz.
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En el lado contrario, tenemos una amplia variedad de desagradables estímulos para nuestro olfato, como puede ser el amoniaco, le leche y, sobre todo, el sudor humano. Creo que en este último estaremos todos de acuerdo.