Debemos remontarnos hasta el siglo XIV, momento en el que un ilustre tratadista se popularizó en todo el continente por sus obras y por su enorme conocimiento.
Si algo le caracterizaba era su manera de finalizar las clases. Su gran cantidad de apuntes eran recogidos por cintas y correas también denominadas «bártulos» y los llevaba consigo. Por tanto, cada vez que alguien recogía esos famosos bártulos significaba que estaba a punto de marcharse.
Por otro lado, los «gajes del oficio» se referían a los pagos extra que recibían los trabajadores de la corte hace ya varios siglos.
Los miembros de la corte podían llegar a ser realmente caprichosos, por lo que tareas que no les correspondían a sus sirvientes eran recompensados con estos «gajes«.
Te habrás hartado también de escuchar esta expresión. Nosotros, por desgracia, no podemos calmárselos a la gente pero sí podemos explicarte de dónde viene esta popular frase.