Muchos años más tarde, la mujer que un día le enseñó canciones y lecciones pudo ver cómo su nieta se convertía en lo que siempre fue, una estrella de los pies al corazón.
Hoy, valga la redundancia, Ángeles se ha convertido en un ángel de la guarda para la artista, aunque en realidad, siempre lo había sido.
Éstas han sido sus sentidas palabras de despedida: «…Hoy el corazón de mi abuela ha dejado de latir… Y he comprendido que nadie está preparado para ver partir a quien se ama…».
Mucho ánimo, amiga. Debe estar tan orgullosa de ti como nosotros, e incluso más.
Además de las numerosas referencias a la figura de su abuela, hay otro apartado en el mensaje de Rozalén que llama poderosamente la atención y es el dedicado al gremio sanitario.
Uno o varios, como por ejemplo el Premio Dial que les dedicamos en esta casa la pasada primavera.
A todos ellos y ellas, gracias por haber ayudado a Ángeles a encontrar su nuevo camino y en definitiva, por aportarnos tanta paz en tiempos de guerra.