A partir de hoy lunes, varios hospitales españoles se han sumado a la iniciativa de prohibir la entrada a las personas que llevan mascarillas de tela y les entregan, en la puerta, una quirúrgica. Lo hacen por la imposibilidad de controlar que estos elementos se encuentren homologados o que no se utilicen un tiempo superior al recomendado. Son en su opinión como «preservativos de ganchillo».
Desde que las mascarillas se han convertido en un complemento anti Covid indispensable y obligatorio para evitar contagios, al margen de las quirúrgicas comenzaron a proliferar mascarillas de tela -las FFP2– más coloridas y favorecedoras y, sobre todo, más económicas porque pueden lavarse y reutilizarse cuántas veces se quiera.
Las mascarillas de tela deben cumplir los mismos parámetros de seguridad que las convencionales. Pero muchas de ellas son caseras y su utilización genera dudas sobre su calidad o cuidado. Y es que hay personas que siguen sin ponerle un filtro en el interior a las que lo necesitan.
Las industriales cumplen las homologaciones europeas obligatorias. Aún así existen dudas de que determinadas marcas pueden mantener su eficacia en el tiempo tras varios lavados.
El ahorro económico, la moda y, sobre todo evitar una sanción por cometer una infracción al no llevarla, son las razones por las que muchos ciudadanos siguen utilizándolas a pesar de no ser 100% seguras.
Vizcaya ya las ha vetado en todo su territorio y provee de una mascarilla quirúrgica a toda persona que acceda a sus centros de salud u hospitales con una mascarilla de tela.
El Hospital de Basurto, en Bilbao, por ejemplo, obliga a pacientes y acompañantes ha cambiar su mascarilla de tela por una quirúrgica o al menos ponerla por encima de la que ya lleven.
Esta medida podría ampliarse al resto de España. De hecho, un hospital en la Comunidad Valenciana ya han implantado la norma al considerar que los centros sanitarios son un gran foco de exposición del virus. Una mascarilla quirúrgica se puede tirar al salir, una de tela no y mantendría los virus hasta su lavado.
Primera prueba: Vapea con la mascarilla puesta y comprueba la salida del humo. Si sale a borbotones, no es eficaz
Segunda prueba: Intenta apagar una vela con la mascarilla puesta. Cuanto más complejo sea apagar el fuego con la mascarilla puesta, más efectiva será.