Vicenta nos comentaba entre risas la afición cara de su marido con la pesca. Siempre que pasaban por una tienda, él se quedaba mirando fijamente una caña en concreto. Cuando ella quiso sorprenderlo por su cumpleaños, entendió por qué le gustaba tanto: «Me soplaron 3.000 euros».
Aunque en el caso de Olga no fue esa cantidad, le dolió igualmente comparando precios con otras ferreterías. Ella andaba en busca de grapas para el regalo a su pareja, hasta que dio con una que sí las tenía… ¡Por 35 euros! Poco después descubrió en otra tienda que estaban a dos euros.