Se llama rusa porque las rusas fueron las primeras en trabajar esta técnica. A diferencia del resto, la manicura rusa necesita un torno para realizarse. El objetivo es dejar las uñas totalmente limpias, sin cutícula.
Se procede a realizar en seco para extraer toda la cutícula y esmaltar muy cerca de la piel. Así se aprecia menos rápido el crecimiento y permite que puedas las uñas perfectas durante más tiempo.
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En la manicura tradicional la cutícula se ablanda y se elimina con unos alicates. Esta práctica si no se hace de forma correcta puede provocarnos heridas, los llamados padrastros.
En la manicura rusa trabajamos esa zona con un torno que con la fresa adecuada va limando de forma suave la cutícula y deja un acabado limpio y perfecto.
Una vez preparada la uña para esmaltar tú eliges acabado: esmaltado tradicional, permanente o uñas esculpidas.
La manicura rusa, sin esmaltado, cuesta alrededor de unos 20€, un precio más elevado que el habitual pero recuerda que dura más tiempo con lo que retrasarás la visita a tu esteticista unas semanas.