Es probable que, escuchando la explicación de Luis Larrodera sobre la expresión «hablar por los codos», estéis de acuerdo en que es una de las manías de la gente más molestas. ¡Escucha!
Utilizada habitualmente para aquellas «cotorras» que no paran de hablar -casi sin fin-, realmente no existe una teoría oficial que confirme su origen; aunque sí muchos coinciden en que viene tras una situación frecuente en la que uno habla y habla… Mientras que el que escucha cae dormido.
Tal es el aburrimiento del destinatario de esa charla, que ya solo se imagina las formas de acabar con esa conversación. Y una manía habitual en aquellos que notan que ya no les están prestando atención es golpear con el codo a la gente. ¿A que tú también lo odias?
El siguiente dicho es el ejemplo claro de cómo un significado puede ir distorsionándose con el paso de los años. Aunque su significado original guardaba el sentido literal, ahora solo nos estamos refiriendo a aquellas personas que dicen algo que no deben o que no actúan de manera adecuada.
Unos siglos atrás, esta expresión tan solo se relacionaba con la habitual crítica hacia los hombres cuando, al ir al baño, no atinan o apuntan. ¿Y por qué tiesto? Porque era como se llamaba antiguamente al orinal.
Muy interesante esta otra expresión que nos acerca Luis Larrodera. «Dar una somanta de palos«, frase que se utiliza cuando alguien recibe una paliza, guarda su origen en las antiguas formas de condenar a alguien; a través de palos y envolviendo a la víctima con una manta.
Igual de curioso es «hacer algo bajo cuerda», fruto de una triquiñuela de las personas más ricas que eran condenados a la horca. Mediante un soborno al ejecutor, le colocaban una cuerda podrida para que fallase la soga. De esta manera, se consideraba que de forma divina debía seguir viviendo, y se le quitaba la pena.
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