La constante necesidad de que nuestro peque sea «perfecto» y los riesgos en su desarrollo

Rodrigo Díaz

Rocío Ramos-Paul lleva toda la semana reflexionando sobre una interesante pregunta que nos acerca en su sección de hoy: ¿Por qué tenemos la búsqueda constante de formar una familia perfecta?

 

 

 

Queremos el cuerpo perfecto, la pareja perfecta, la sonrisa perfecta… E inevitablemente un hijo o una hija perfectos. Una necesidad que se convierte en problema, para la opinión de nuestra especialista, porque en la mayoría de ocasiones olvidamos el desarrollo de ese pequeño.

Le metemos a que juegue al fútbol, a que aprenda chino o a que practique cualquier instrumento, pero no caemos en lo más importante: ¿Acaso hemos preguntado al peque lo que quiere o lo que necesita?

 

«No, porque te quiero»

 

El mero hecho de no preguntar y de pensar en la «perfección» sin consultar con tu hijo, lleva a respuestas tan duras como la que pone de ejemplo Rocío Ramos-Paul. Cuando fue preguntada por lo que necesitaba, una niña fue contundente: «Pasar un rato jugando con mis padres».

Por ese motivo, nuestra compañera insta a trabajar en aquello de «levantarse después de caerse» más que en la búsqueda de la perfección; así como ir introduciendo en la educación de los más peques de la casa la frase: «No, porque te quiero». Merece la pena intentarlo.