En esta ocasión recurrimos a Jonathan para que alegre la mañana a atrevidos y atrevidas de forma aleatoria. Y aunque en su primer intento no ha tenido tiempo ni de preguntar, sí que ha habido más suerte con la segunda llamada.
Curiosamente, una trabajadora de un centro de salud que, como era lógico, no tenía mucho tiempo para atendernos. Unos minutos más que suficientes para explicarle que la persona al otro lado del teléfono era el locutor «más elegante y guapo de este país».