«Hoy os traigo a Quevedo«, adelantaba nada más empezar nuestro compañero, resaltando que se trataba de un poeta «muy especial» y, visto lo visto, con un ingenio y doble sentido inigualables para hablar del sexo de una forma tan sutil y en una época donde estaba muy mal visto.
De esta manera, nace «Rapándoselo«, una obra del siglo XVII cargada de matices y un juego de indirectas que, sin embargo, parece dejar claro de lo que está hablando en cada uno de sus versos. Aquí la primera estrofa:
«Rapándoselo estaba cierta hermosa,
hasta el redondo ombligo arremangada,
las piernas muy abiertas, y asentada
en una silla ancha y espaciosa»