Incluso, un ensayo ha demostrado que confiere unas propiedades profilácticas ahora mismo esenciales para garantizar la protección del personal sanitario, que actualmente representa el 12% de todos los infectados en nuestro país.
En Francia, las autoridades ya han aprobado el uso de la cloriquina en pacientes muy graves. El ministro de Sanidad, Olivier Véran, ha dejado bien claro que solo se suministrará bajo estricta supervisión médica.
La cloroquina es un antipalúdico, de un coste en las farmacias españolas que no suele superar los 11 euros, que se prescribe desde hace décadas contra la malaria, una enfermedad transmitida por mosquitos.
Sus efectos secundarios son importantes, por eso su derivado, la hidroxicloroquina, se utiliza de forma más recurrente sobre todo para patologías articulares de origen inflamatorio, como la artritis reumatoide.
También tiene efectos secundarios (náuseas, vómitos, erupciones cutáneas, problemas oftalmológicos, trastornos cardíacos e incluso neurológicos) por lo que los médicos son muy estrictos a la hora de recetarlo y dosificar su ingesta.
Esta resolución adoptada por el Consejo Superior de Salud Pública de Francia es, sin embargo, discutida por un gran sector de la comunidad científica, que consideran que no existen aún estudios clínicos que cumplan los protocolos metodológicos garantes que demuestren la eficacia de la cloroquina frente al Coronavirus.
Es más, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha subrayado este lunes que «condena el uso de medicamentos sin prueba de su efectividad» y ha advertido ante las «falsas esperanzas» que otorgan decisiones como ésta en una sociedad alarmada, preocupada y desconcertada por la pandemia.