La pandemia no es el único mal mayor al que las sociedades se están enfrentando estos meses. A consecuencia de esta y la sobreexposición constante a la información sobre la Covid, los ciudadanos han desarrollado «fatiga pandémica«, un concepto que la OMS define como desmotivación gradual por cumplir con las medidas sanitarias recomendadas dada la prolongación constante de las restricciones.
La constante preocupación por el presente y la incertidumbre por el futuro que se avecina, sumado al miedo por el contagio o poder perder a un ser querido son algunos de los aspectos que llevan a esta fatiga pandémica que puede resultar siendo peligrosa.
Varios países europeos se han percatado del ambiente fatigoso que reina en sus sociedades y algunos señalan a la española como una víctima más de la pandemia. Con la amenaza de una tercera ola tras las fiestas de Navidad, según las previsiones de algunos expertos, esto podría jugar en nuestra contra.
¿Por qué es un peligro?
Uno de los síntomas de esta fatiga pandémica es el creciente desinterés por cumplir con las medidas de seguridad, tales como llevar mascarilla, usar gel hidroalcohólico, lavarse las manos con frecuencia o mantener la distancia de seguridad.
Tal y como explicaba la profesora Cornelia Betsch de la Universidad de Erfurt en Alemania, «el miedo es un motivador para el comportamiento protector, pero desaparece a medida que las personas se adaptan a la amenaza«. Confiarse es peligroso, puesto que el virus sigue avanzando en nuestro país y en los últimos días los contagios han aumentado considerablemente.
Lo que también ha crecido es la percepción negativa de las vacunas. Si bien hace unos meses la mayor parte de la población se hubiera puesto la vacuna, hoy algunas encuestas señalan que menos del 40% de los ciudadanos se la pondrían si estuviera disponible de inmediato.
Y bien sabemos que es necesario que una parte importante de la población se vacune para garantizar una inmunidad suficiente que pueda frenar el avance de la pandemia.
¿Cuál es la solución?
En este sentido son fundamentales las iniciativas centradas en proteger la salud mental de los ciudadanos, para lo que Katrine Bach Habersaat propone cuatro estrategias que pasan por comprender a las personas, involucrarlas como parte de la solución en lugar de causantes del problema, tratar de reducir el riesgo sin afectar al ocio y conocer sus preocupaciones para actuar en consecuencia.
También es importante la cooperación ciudadana, el ayudarse mutuamente, pues ahora más que nunca todos compartimos unos sentimientos parecidos. Esa ayuda grupal es lo que los noruegos llaman dugnad.