Ella ya tiene asumido que deberá «ir bailada de casa» para evitar tentaciones, y aprovechando ese tercio de aforo, ella ya va metiendo el suyo en el congelador. Y no le falta razón cuando pide el 50% como en los museos; a fin de cuentas, todos salimos a las seis de la madrugada «hechos un cuadro».
Ahora los puertas, ¿en vez de echarte por llevar calcetines blancos, te echan por usar mascarilla blanca? Sea como sea, nuestra compañera ya se imagina cómo será ese control para que la gente no baile: mediante el Policía del Perreo.