Es curioso… Así comienza un hilo que nos ha llegado a través de las redes sociales del neuropsicólogo Álvaro Bilbao que habla de cómo está siendo el comportamiento de los niños durante estos días de confinamiento.
Como afirma Montessori, los menores tienen una capacidad de adaptación que ningún adulto posee, y nos están dando una auténtica lección de vida a los mayores.
Así, en la medida en que nosotros estamos bien, nuestros hijos estarán bien. Educamos con y desde la mirada. Como decía Robert Fulghum, «no te preocupes porque tus hijos no te escuchan; te observan todo el día».
Te invitamos a leer esta reflexión de Álvaro Bilbao que te llevará a admirar, más si cabe, a tus hijos, que son también pequeños héroes en estas circunstancias que nos han tocado vivir.
Es curioso que mientras los adultos se amontonaban en las tiendas para hacer acopio de papel higiénico y alimentos antes de que comenzará la cuarentena ningún niño fue a la tienda de chucherías para dejarla sin existencias por miedo de que no hubiera chuches para todos los niños.
Es curioso que mientras algunos adultos se saltan la cuarentena para tomar el aire o hacer jogging los niños, que necesitan mucho más el movimiento, no se hayan escapado de casa a saltar, correr o tomar el parque con sus juegos y algarabías.
Es curioso que mientras los adultos pasamos el día colgados del móvil o el ordenador, como tú ahora, los más pequeños de la casa se entretienen haciendo cabañas, dibujando, hablando entre ellos o jugando con su imaginación.
Es curioso que estén haciendo deberes cuando se lo pedimos, ayudándonos en casa sin que se lo pidamos o celebrando cumples sin amigos, y sigan regalándonos cada día sus mejores sonrisas mientras sobrellevan la frustración.
Es curioso que cuando comenzó el estado de alarma muchos pensaron que el mayor problema serían los niños recluidos en sus casas y que ahora nos estén dando a los adultos una lección de civismo, calma y paciencia.
Es curioso que hasta ahora no nos hayamos dado cuenta de que los niños son seres maravillosos, resistentes, resilientes, colaborativos, solidarios, imaginativos, pacientes, afectuosos y que todavía les tratemos muchas veces con amenazas, gritos o con castigos. Ellos no piden mucho. Se conforman con poco. Sólo necesitan que los adultos seamos capaces de entenderlos, de hablarles con respeto y de dedicarles un poco de nuestro tiempo para demostrarnos lo maravillosos que son, curiosamente, en muchos casos, más respetuosos, pacientes, solidarios y resilientes que los propios adultos.
Neuropsicólogo
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