¿Es bueno que nuestros hijos sean competitivos? Rocío Ramos-Paul opina
Ponemos de ejemplo unas maratones deportivas en el instituto donde todo el que llega a la meta consigue medalla. Un gesto que puede impedirles desarrollar actitudes tan importantes como la autosuperación o el esfuerzo.
Dejemos de asimilar la competitividad con la codicia y pensar que ese pequeño o pequeña se vuelve competitivo «pisando a los demás». De la otra manera, solo vemos rivales y dejamos de trabajar porque, a fin de cuentas, «sabemos que acabaremos teniendo medalla».
Una alternativa para esas jornadas deportivas
Por no hablar de otros aspectos emocionales como la frustración o aprender a perder que debemos trabajar desde ese preciso instante.
Por ello, Rocío Ramos-Paul no ve con buenos ojos una decisión así en unas jornadas deportivas. Ella propone un premio como un diploma a todos los participantes, pero después la correspondiente medalla que valore el sacrificio y el éxito.
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