Hablamos de esos momentos en los que nos damos cuenta que el tiempo pasa volando y nos hacemos mayores, como Vero que cada vez duerme menos; Marga, a la que ya llaman «señora«; o a la pobre Olga que la van cediendo asientos en el transporte público.
A Cristina le sucede igual con las comidas. Ha perdido el gusto de todas ellas, pero no pasa nada porque tiene una solución: echar siempre guindillas o ajo.
Por otro lado, Gustavo nos cuenta un divertido momento cuando se tropieza y el cambio de actitud que han vivido sus amigos. Han pasado de reírse a preocuparse por si se ha roto algo.
Algo así le ocurre a Esther cada vez que mantiene relaciones. Y por si te pareciera poco, llega Itziar en un día precioso con mucho sol, y lejos de disfrutarlo al aire libre, ya anda pensando en la lavadora.
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