Con los cursos prematrimoniales terminados y tras haber aclarado todo el proceso de boda con el cura, poco quedaba por hablar con este atrevido decidido a casarse con su pareja. De hecho, Padre Montalvo y él estaban de acuerdo incluso en el aspecto sexual. «Hay que frenarse, con prudencia», pedía nuestro compañero.
Le ha caído tan bien a nuestro particular párroco que hasta le ha ofrecido ser sacerdote en su iglesia. No sabemos si lo haría mejor o peor; lo que sí esperamos es que no dé las misas de dos y tres horas como sí hace el compañero de Isidro Montalvo.