«Habítame, penétrame, sea tu sangre con mi sangre», comienza este recital de amor pasional del humorista que, poco después, iba a toparse con el primer obstáculo: Las famosas entrañas que acabaron siendo «extrañas«.
Una pequeña confusión que no le impediría seguir deleitándonos con estos preciosos versos: «Báñame tu saliva el paladar… Que ya no puedo así, con esta sed quemándome», recitaba Isidro Montalvo mientras, a modo de «voz en off«, iba comentando la jugada.