Si hace tan solo una década ya pensábamos que habíamos descubierto Marte porque se podía ligar a través de Facebook ahora hemos pasado de pantalla y podemos estar 24 horas conectado a una aplicación en busca de nuestra alma gemela
La nieve te regala fotos de película, pero te deja el pelo hecho un asco. El chocolate está delicioso, pero has tenido que renovar tus pantalones por zamparte una tableta diaria. Esos tacones son preciosos, pero tus pies se sienten en una cárcel de charol amarillo. Todo en la vida posee su parte maldita, también las aplicaciones. Sí, han cambiado nuestras vidas, pero a veces también nos las amargan un poquito.
Con un programa de recetas, el mayor disgusto que puedes tener es que te salga el gazpacho azul. Ahora bien, cuando se trata de citas, la cosa se antoja más seria. Crees que has encontrado a tu media naranja, sus piropos te elevan al cielo e irrumpen en tu estómago aquellas mariposas que no sentías desde los quince años. Ya estás ilustrando en tu imaginación cuál será tu menú de boda cuando, de repente, desciendes de la nube y te pegas el tortazo. Tu amor ha resultado ser mago y borda los números de escapismo. ¡Se ha evaporado como el agua!
A ver, no estamos diciendo que a través de las aplicaciones de ligoteo no puedas encontrar a tu compañero de viaje. Tampoco que estas decepciones no ocurran en la vida real, pero cuando existe una pantalla de por medio, has de ser cauto. Ten en cuenta que esa barrera no te permite mirar a los ojos o descifrar la comunicación no verbal. No se trata de ser más desconfiado que tu perro cada vez que escucha el ascensor, sino de estar alerta.
Estas aplicaciones de citas son capaces de terminar con tu sentimiento de soledad, de hacerte sentir guapo y, en definitiva, de aumentar tu autoestima. Pero también incentivan a aquellos actores frustrados a inventarse una personalidad alternativa. ¿Su propósito? Tomarte el pelo, acabar con su aburrimiento o, simplemente, buscar sexo fácil, prometerte la luna y luego, si te he visto, no me acuerdo.
Y es que, el lado oscuro de estos programas está directamente relacionado con la capacidad de sus usuarios para sacar su lado más egoísta. Al fin y al cabo, te mantienes prácticamente en el anonimato y ese estado te da ventaja para actuar sin sentir ni padecer. En definitiva, desaparecer sin dar explicaciones es más fácil que entender las reglas de juego del parchís.
Además, no deja de ser un sistema un tanto frívolo, pues juzgamos a la persona por la foto. Y eso no es todo. Puede haberla sometido a tantos retoques que, si llegáis a quedar, no lo vas a reconocer aunque lleve ese pañuelo de lunares que habíais acordado.
Si todo se queda en una desilusión, podrás superarlo. Pero también has de saber que las aplicaciones de citas han sido el trampolín de violadores y acosadores para ejercer la fuerza con mujeres con las que contactaban a través de estos programas.
Por ejemplo, en países como el Reino Unido se registraron más de 2000 casos en los últimos cinco años. Para erradicar estos sucesos es necesario prevenir. Por eso, cada vez que acudas a una cita gestionada a través de estos programas, informa a un amigo o un familiar para que sepan dónde estás. Y, muy importante, denuncia cuando percibas el primer signo de intimidación o violencia.
Ya conoces la cara oculta de las aplicaciones para ligar. En toda esa amalgama de perfiles puede estar el amor de tu vida. Pero, recuerda, ¡haz caso a tu intuición cuando algo te dice que esa persona no es trigo limpio!
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