El caso de Rosa no es tanto un estropicio y sí un ejemplo. Perdió una pierna desde pequeña y quiso tomárselo con humor cuando fue al centro de depilación. Allí pidió primero un «completo» para después rogar que le cobraran «medias piernas»: «Su cara fue todo un poema».
Por su parte, Marimar se presentó a su boda con todas sus partes íntimas quemadas. Era la primera vez que se depilaba y la zona acabó «en carne viva».
Otra oyente fue algo descuidada con su hija, dejándola sin ceja por confiar demasiado en su vista. Lo mejor de todo es la sencillez a la hora de buscarle una solución: «Píntatela o algo».
Entre las víctimas de esas depilaciones de ensueño está Isidro Montalvo, que coincidió con una persona de poca experiencia. La cera caliente le hizo dudar si se había llevado «algo más que el pelo».
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