En el tema del día hemos querido saber cuánto se respeta la tradicional siesta entre nuestros atrevidos y cuánto de serio se la toman. ¡Vas a alucinar!
Aunque haya personas que espabilan en cuestión de minutos, como un amigo de la atrevida Sara, hay otros que necesitan su tiempo para recuperar fuerzas.
Y ahí entran en escena Rosi y el marido de Anabel. La primera asegura haberse tirado todo el fin de semana durmiendo desde que pillara la cama el viernes después de comer; el segundo alcanzó las 28 horas después de unos duros San Fermines: «Mi suegra entró varias veces por si le había pasado algo».
La siesta, «una forma de vida»
Nos encanta ver, por otro lado, el fuerte sentimiento de algunos oyentes por este descanso. Hablamos de Juan, que lo considera una «forma de vida» y solo la interrumpe cuando tiene que entrar a trabajar de madrugada.
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Rematamos las siestas de récord con Puri, que no paraba de alternar la siesta con el tiempo para comer durante todo el fin de semana; y el hijo pequeño de Lidia, que durmió desde el mediodía del viernes hasta las 10 de la mañana del sábado.