En algunos casos está «justificado«, como el caso de Loli. Después de despertarse con una llamada del colegio porque su hija no se había presentado a clase, salió de casa en bata y la buscó. Cuando consiguió localizarla, la acompañó hasta la misma puerta de clase, para risa de todos sus compañeros.
Otro caso, criticado por la atrevida Raquel, es el que nos cuenta Marian en Bilbao. Como su hijo de 13 años no se comía los garbanzos, se esperó a un cumpleaños por la noche para, delante de todos sus amigos y la pizzería entera, obligarle a tomárselo.
Casi en un capítulo aparte hemos recibido los mensajes de Mar y María, ambos con un tema idéntico: la primera vez que les vino la regla.
La primera no necesitó avisar a nadie de su familia porque su madre ya se había encargado de ello; y la segunda tampoco con todos sus vecinos, ya que también su madre lo había gritado en la terraza.
La historia de Merche no sabemos si es para avergonzarse o para sentirse orgullosa. Ella decidió acompañar a su hija a un concierto de Backstreet Boys y se aprendió todas y cada una de las letras del grupo. Una fan más parecía aquella noche.
Y finalizamos con Natalia y el surrealista momento que vivió junto a su madre. Al no saberse la talla de calzoncillos de su hijo, cogió a un chico aleatorio de su edad y se los probó encima de la ropa. «No sabía dónde esconderme».
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