Felisa Adviento ha dedidido montar su propio concierto en el local de su urbanización. Aprovechando que su hijo pequeño sabe tocar la trompa y que su marido no pudo ir a verle, ahora quiere compartir su talento con la comunidad de vecinos.
Todo ha ido bien salvo algunos pequeños detalles. El primero de ellos nada más encontrarse el local hecho un desastre por culpa de un vecino «cochino«; y el segundo con los del 2ºC, quejándose por los dos euros simbólicos que debían pagar por la entrada. ¡Qué tacaños!
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